Pero debo admitir que los leo con el corazón latiendo mil veces más fuerte de lo acostumbrado, que los leo un par de veces hasta digerir las estupideces, y a veces las verdades.
Quisiera decir que no me afecta lo que un desconocido o un casi-conocido pueda decirme. Pero por lo que esos mensajes dicen, me apena pensar que probablemente vienen de parte de "amigos", de "cercanos".
Es que la insistencia me abruma, no de la frecuencia de los mensajes, sino por los mismos temas. Y lo peor, es que son cosas que efectivamente me desesperan.
¿Por qué nunca he podido mantener las amistades? ¿Y es que soy tan repelente?
Pienso lo que escribí hace un tiempo: quizás mi idea de una soledad lejana, una compartida, aparta a la gente.
O porque jamás he sido una persona cool.