Ese día, no hay compromiso

Parecía aun más triste pensar que por un instante hice un sacrificio por ti.
Porque para ti no era importante, porque nunca tuvo valor, sólo te referías a un deseo de algo muerto.
Muerto en verdad desde un comienzo, es difícil tornar en vida. 

Bueno y entonces ahí estaba yo, con el alma medio moreteada, tratando de convencer mis ideas de que lo hacía por respeto, que hacía lo correcto.

Y hablamos. Decidí que era mejor. Y cuando me dices todo, entiendo que era yo en verdad y no .

¡Ah, pero qué vergüenza! Guardé cierto temor de ti, y de quien debí guardar tanto fue de
No hice méritos, o algo así, qué se yo. Es lo que recuerdo

¿No te decía yo? Cuando una verdad parece golpearte a lumazos, sientes como tus oídos ensordecen y las orejas se calientan.

No piensas, tienes ganas tremendas de llorar, pero los músculos no reaccionan, contusionados en la verdad que agarrota tu rostro. Entonces dije "qué pena..." Y tú seguías con una vehemente verborrea dándome razones para seguir en el suelo.


Yo te decía en silencio que pararas, pero sólo repetía "qué pena... qué pena" 

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