Cuando un amigo se vuelve ajeno, distante, incluso aunque quisiéramos decir desconocido, nos mentimos estúpidamente ante esa incertidumbre. Porque quieres creer en parte que sí, lo conoces, pero esa parte que conociste tal vez ya no existe. ¿Y a qué conclusión llegas?
No, quizás lo más perturbador de todo el asunto, es que con eso también pierdes una parte de tí mismo. ¿Dónde fue? No lo sabemos, pero había algo de tí con esa persona que solía agradarte.
Cuando sientes el rechazo de ese ex-amigo, por momentos también sientes tu propio desprecio.
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