Una conversación que nunca tuvo lugar

- ¿Estás enojada conmigo?
Pausa extremadamente innecesaria. Meditaba se supone, miraba hacia otra dirección opuesta a la de él.
- Sí... Bueno, no. Estoy molesta contigo y conmigo. Pero más molesta conmigo. Molesta con la conversación que tuvimos en realidad. Pero más que nada, incómoda.
- Entiendo, entiendo
- No, no creo. Pero filo, realmente perdió el sentido seguir dándole vueltas a eso
- ¿Por qué?
- Porque esto nunca tendrá lugar en lo real. Está en mi cabeza. Quiero pensar que notas mi malestar o que te interesa al menos. Pero como ambos sabemos, suelo apartar a la gente con mi personalidad. Y tú también estás aparte
- ¿Por qué necesitas tener esta conversación?
- Para sentir que a pesar de todo, no te has rendido con respecto a mí.
- Te dije que tienes cualidades que pulir, que puedes hacer cosas importantes, que no te perdieras, ¿qué mas quieres?
- Quiero dejar de estar sentida contigo... y conmigo.
- Déjalo entonces
- No puedo
- Como todo lo demás que te atormenta, no te das tregua
- No.
- ¿Por qué?
Ella guardó silencio. Tomó su abrigo y se despidió mientras salía
- Lo hablamos anoche, no tengo que volver a explicarlo.
- Bueno
Se devolvió con el rostro enrojecido
- ¡Ese es el problema! Dices que luchas por los demás y no lo haces por mí, ¡es porque no te importo! ¡te dejé de importar porque en vez de pensar por qué aparto a la gente, te quedas en la incomodidad que te produzco! No haces nada para cambiar, ni tampoco para darme razones suficientes para poder hacerlo yo también
- ¿Por qué tendría que dártelas?
- Porque en algún momento pensé que éramos amigos. Y anoche me di cuenta que para tí sólo somos mucho menos que eso. Como "conocidos" que se ven a diario.
- Puede ser
- Entonces no tenemos nada más que hablar.