O porque jamás he sido una persona cool.

No acostumbro contestar mensajes anónimos, prefiero los rostros, los nombres, la seriedad.
Pero debo admitir que los leo con el corazón latiendo mil veces más fuerte de lo acostumbrado, que los leo un par de veces hasta digerir las estupideces, y a veces las verdades.
Quisiera decir que no me afecta lo que un desconocido o un casi-conocido pueda decirme. Pero por lo que esos mensajes dicen, me apena pensar que probablemente vienen de parte de "amigos", de "cercanos". 

Es que la insistencia me abruma, no de la frecuencia de los mensajes, sino por los mismos temas. Y lo peor, es que son cosas que efectivamente me desesperan.

¿Por qué nunca he podido mantener las amistades? ¿Y es que soy tan repelente? 

Pienso lo que escribí hace un tiempo: quizás mi idea de una soledad lejana, una compartida, aparta a la gente. 

O porque jamás he sido una persona cool. 

Agradecida

A un año, he recorrido tanto que muchas veces siento vértigo.
Pero nunca dejé de sentir sus manos en mi espalda, sus abrazos, sus besos.

Nunca es tarde para sentirse agradecida, a pesar de todo.

Al medio

Al medio.
Al medio de 5 hijos, al medio del olvido y el espontáneo recuerdo.
Entre dos amistades que se pelean, al medio de un medio divorcio.
Al medio del amor y el des-amor, al medio medio partida.
Al medio de la lágrima y la sonrisa, pretendiendo que no pasa nada.
Al medio de mensajes y llamadas a medio contestar, 
al medio del "muchas gracias, pero ya llegó alguien más". 
Ni vencedora, ni perdedora, desplazada por estar siempre al medio. 
En el espacio de un sí y un no, no me alcanza para un tal vez. 

Al medio del desdén con que ya me miran, 
al medio del viaje y el regreso.