Sé feliz, pero no aquí.

No debería sentirme así
No tendría que molestarme, pero no voy a mentir y decir que no me produce nada.
Y que claramente lo que estás sufriendo puede ser mil veces mayor que la tenue llama que tengo amargándome la garganta en estos momentos

PERO...

¿Si no pertenezco a tu corazón, entonces adiós?
¿Fuiste mi amigo con esperanzas ciegas de ser otra cosa que no un amigo?

¿Y para qué leerte tanto? ¿Para qué compartir tantas cosas? ¿Para qué? PARA.

Un buen amigo me dijo (y cada vez que puede, me lo repite con dulzura) "al terminar una relación, sea de amor, de amistad, mira hacia atrás y siéntete orgullosa de haber entregado tu cariño y sinceridad. Si fuiste tú antes, podrás seguir siendo tú adelante. Sin arrepentimientos"

No me arrepiento, para nada. 

Pero no puedo admitirte de nuevo, no de la misma manera.

Quisiera pensar que es un hasta luego, pero creo que ahora, en estas circunstancias, no veo más que molestias y pendejerías de mi parte. 

Qué paja, en verdad, porque podría ser mejor persona.

Pero siento como si no lo quisiera ser, como si en verdad estuviese molesta.
Sé que fue un gesto idiota, pero ya ver que no estoy en tus "contactos", fue suficiente como para entender que amigos no somos, ni podremos ser. 

Con un burdo y frío chao, no te dedico nada más. 

Salvo esto: sé feliz, y ojalá te lo permitas. 

El miedo / la risa

Hoy me despedí, te besé en la boca y salí feliz del tren.
Un par de pasos bastaban, vi una figura rojiza que atravesó el andén y corrió hacia el vagón. Sé que me vio, por un segundo. Lo vi y el corazón se me agitó. No sé si de rabia, tristeza, pero claramente no fue de alegría. 

Pensé "no lo esperabas". Menos yo.
Pero fui valiente y entonces aproveché que el tren aun no cerraba sus puertas, ni sonaba la alarma del cierre. 

"Hola" le dije. Miró asustado y respondió con un inconsciente "Hola". Bajó su mirada rápidamente a su celular y siguió masticando chicle ruidosa y descuidadamente. Seguí caminando en línea recta, y no pude evitar sentir una pequeña llama de orgullo dentro. 

"Al menos no lo arrojé a las líneas del tren, tampoco entré para empujarlo contra la gente, ni lloré, ni grité". 

Tras el viaje en el micro, me senté a solas un momento sobre el antiguo puente de cemento.

Escribí en la última página de mi libreta: "Piensa que con el avance, siempre se está más grande :)
Sé que ahora suena tonto y que probablemente mi redacción ha empeorado con el tiempo, pero lo importante de todo (supongo), es reconocer a diario el éxito en estas pequeñas batallas con uno mismo y sus demonios.