Pero ya fui.

Pensaba escribirte una carta, de esas llenas de sentimientos variados.
Con felicidad, con tristeza, amargura y alharaca, de esas que no sabes qué sentir o pensar al respecto.
Es que es difícil de tragar que con los años no sé si esto ha sido una relación de amistad o de constante traición. No logro ubicar todo eso en mi corazón sin sentirme afortunada y desdichada al mismo tiempo. Y es que no sé, por más que intento entender, más me pierdo, y más te quiero.
Pero no sé si pueda soportar el constante rechazo, a veces pretendo que no existes para no molestarte ni torturarme más. Y cuando me acuerdo, ahí apareces, con cariños y lindas palabras, me tomas de la mano y se me pasa todo. 
Es como dijo una amiga hace poco, "perder a un amigo, es peor que cualquier ruptura", y ¡cresta que tenía razón!. 
Y es que tampoco quiero alejarme, pero ¡te vas!. Así sin más, te largas otra vez. Y ¿qué voy a hacer? Obvio que estoy feliz por ti, más que nunca. Ya no habrán excusas para no vernos, porque la evidencia dejará que me tranquilice, que me consuele con que estarás a kilómetros de mi. 

Lo triste es, que aún quedando tiempo, ya te has alejado. 
Es como si ya hubieses partido, y yo no fuese más que un recuerdo en el camino. 
Alegre, amargo, borroso. Pero ya fui.