Para eso venía la muerte, me dije entonces.

"Vinimos solos a este mundo, y así tal cual con la única certeza de tener los huesos bajo la piel, así nada más nos vamos."

¿Por qué?

¿Por qué si como todos los animales, permanecemos en periodos de soledad buscando sobrevivir a la tempestad para luego reencontrarnos con nuestros seres amados y no para seguir aislados? ¿Cuál es el motor de esa idea que nos implica de tal manera a aceptar un destino "cruel", habitando amargamente la soledad, aprehendiéndola y besándola cínicamente en la boca? 

"Me gusta estar solo, es el primer paso para reconocerse, para amarse y valorarse"
No necesito estar solo para eso, necesito pensar, reflexionar para llegar a esos puntos, silenciar aun más el espacio y conseguir alejar los ecos de otras voces, amigas o no. Pero no por eso anular cualquier tipo de contacto. 

No me gusta estar solo, cómo voy a disfrutar la soledad. ¿Qué es lo que debo disfrutar de eso? ¿Por qué querer estar con otros está mal? ¿Quién determinó que vinimos a este mundo para estar solos y así regocijarnos en la paradoja más cruel e individualista de todos los tiempos? 

"Sí, ahí ustedes que quieren vivir de la hipocresía, del buen vino y las risas, del pito afuera en las canchas de tierra, y luego pa' la casa, a tragarse sus miedos con los restos del placer que se esparce con el humo y la orina." 

Tampoco se trata de obligar ni de amarrar a alguien a nuestras costillas y arrastrarlo por ahí. 
Pero no me vengan con el cuento de que estamos destinados a la infinita soledad. Al menos pensaba que para eso venía la muerte.